Cuando ‘morir’ en la orilla no es un fracaso

Javier Siñeriz Casado
4 min readSep 25, 2020

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El Sevilla disputó ayer la Supercopa de Europa frente al Bayern y perdió. Fue en la prórroga y tan solo por 2–1, pero perdió. Por el simple hecho de no haber conseguido la victoria, muchos considerarían lo del Sevilla un fracaso. Pero, lógicamente, el Sevilla no fracasó. Tampoco se puede decir que triunfó, pero hay maneras y maneras de perder. El conjunto Lopetegui lo hizo de la forma más digna posible. Aguantó al Bayern durante los 90 minutos reglamentarios, en el 87 tuvo una ocasión clarísima de En-Nesyri para ganar el partido y solo un buen testarazo de Javi Martínez les privó de seguir soñando.

El Sevilla no fracasó porque empezó valiente. Salió a presionar con el bloque muy alto para evitar que el Bayern combinara con facilidad. El plan de Lopetegui funcionó a la perfección y los hispalenses se pusieron por delante gracias a un penalti sobre Rakitic que transformó Ocampos. Habían hecho lo más difícil, se habían puesto por delante y el Bayern tenía que reaccionar. Y vaya si lo hizo. Los bávaros activaron el ‘modo apisonadora’ y comenzaron a someter al Sevilla.

Pero Lopetegui eso ya lo sabía. Una vez más Koundé (cuánto daño le haría al Sevilla su salida) y Fernando cuajaron actuaciones defensivas espectaculares. Diego Carlos estuvo sólido al lado del central galo y Bono mostró de nuevo el gran nivel visto en la fase final de la Europa League. Sin embargo, el Bayern es el Bayern. Müller centró, Lewandowski la dejó de cara y Goretzka puso las tablas en el marcador. A partir de ahí el partido se convirtió en un ida y vuelta precioso. El ritmo era frenético, la duda estaba en si los jugadores iban a aguantar esa intensidad.

En la segunda mitad el ritmo no decayó, la diferencia es que se vio a un Sevilla que creaba más peligro. Aparecía con más asiduidad por el área de Neuer y le metía el miedo en el cuerpo al Bayern. Pese a esto, los germanos vieron cómo les anulaban dos goles, uno por fuera de juego y tras una intervención del VAR y otro después de una falta en ataque de Lewandowski. Se empezaba a vislumbrar la prórroga cuando Alaba no consigue terminar una jugada y Navas comienza a galopar casi en su área. El incombustible lateral midió su carrera a la perfección, vio cómo En-Nesyri dibujaba el desmarque y se la dio. El marroquí se plantó ante Neuer en apenas cinco pasos. Lo tenía todo para anotar. Pero una mala definición y una buena parada del portero privaron al Sevilla de la victoria.

La prórroga comenzó con otra acción similar. En-Nesyri se plantó de nuevo ante Neuer y este, con una acción más propia de fútbol sala, evitó el gol sevillista. Lopetegui sabía que el partido podía haber estado ahí. Pese a esto, el Sevilla lo siguió intentando, sobre todo en las botas de un Ocampos tieso y en constante pique con Lucas Hernández. Pero llegó el gol. Un mal despeje de Diego Carlos, al que Bono le había gritado para que le dejara el balón, acabó en córner. Fruto de ese saque de esquina llegó el gol de Javi Martínez en el que puede que fuera su último partido con el Bayern. Qué finales se le ocurren al fútbol.

Desde ese momento el Sevilla no encontró la manera de forzar los penaltis y el Bayern terminó levantando la Supercopa. Los hispalenses remaron contra el mejor equipo de Europa para terminar ‘muriendo’ en la orilla. Pero no, el Sevilla no fracasó. Hizo un partido de muchísimo mérito, por momentos dejó al Bayern sin ideas y tuvo opciones muy claras de ganar el partido. Ese ‘no fracaso’ se ilustra a la perfección con la piña final del equipo en torno a Monchi. El director deportivo sevillista se dirigió a sus jugadores e hizo hincapié en dos frases: “Vamos a seguir creciendo. Esto es un paso, y nadie nos va a parar”. Y tiene toda la razón. Un equipo que nunca se rinde siempre va a más. Y, para ellos, ‘morir’ en la orilla no es un fracaso. Es un motivo para seguir creciendo.

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