Como en los orígenes

Javier Siñeriz Casado
4 min readJun 24, 2020

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El 24 de junio de 2004 se produjo un hecho sin precedentes y que, desde entonces, no se ha vuelto a repetir. Inglaterra y Portugal se enfrentaban en el Estadio Da Luz de Lisboa por un hueco en las semifinales de la Eurocopa. Después de 120 minutos, el partido se fue a los penaltis. La tanda discurría de manera normal. Lo más sonado había sido el penalti que Beckham había mandado a las nubes y el ‘Panenka’ que había lanzado Hélder Postiga. Hasta que llegó el penalti número 13. Darius Vassell era el lanzador. Enfrente estaba Ricardo. Lo que pasó después es historia.

Ricardo Alexandre Martins Soares Pereira llegó al torneo como el portero titular de la selección portuguesa entrenada por Luiz Felipe Scolari. La decisión del brasileño fue firme y dura. Dejó fuera de la convocatoria a Vítor Baía, hasta entonces portero titular y campeón de la Champions League ese mismo año. Portugal llegó a cuartos de final después de ser primera en un grupo en el que también estaban Grecia, España y Rusia. En un Da Luz a reventar esperaba la Inglaterra de Beckham, Lampard, Owen o Terry. El partido se puso pronto de cara para los ingleses con un gol de Owen en el minuto tres de partido. Hasta el 83 no empató Hélder Postiga, lo que llevó el partido a la prórroga.

En la prórroga imperaba el miedo a perder. Sin embargo, Rui Costa puso el 2–1 para Portugal en el 110. Cuando parecía que los lusos alcanzarían las semifinales, Lampard anotó el 2–2 definitivo. Llegaba la tan mal llamada lotería de los penaltis. Era el momento de los porteros. David James contra Ricardo. El primero en lanzar fue Beckham y el balón se fue a las nubes. Luego llegaron Deco, Owen, Simao y Lampard, los cuatro anotaron. Llegó el turno de Rui Costa, el más talentoso de los jugadores portugueses, mandó el balón por encima del larguero. Terry, Cristiano Ronaldo, Hargreaves y Maniche anotaron antes de la muerte súbita.

Ashley Cole y Hélder Postiga ya no tenían margen de error. No fallaron. Entonces le llegó el momento a Darius Vassell. Mientras el atacante se dirigía hacia el punto de penalti, Ricardo le daba vueltas a cómo parar ese lanzamiento. La idea que tuvo era descabellada. El meta portugués decidió quitarse los guantes, no los necesitaba para entrar en la historia. La gente que llenaba el Da Luz no podía creer lo que estaba viendo. Un portero iba a intentar parar un penalti en unos cuartos de final de una Eurocopa sin guantes. Y lo paró. Sin guantes. Como en los orígenes. Ricardo reinó entre ese desconcierto y consiguió desviar con sus manos desnudas el lanzamiento de Vassell. Sin embargo, la historia no acaba ahí.

Después de celebrar su intervención, Ricardo quería más. A él no le tocaba lanzar ese penalti, pero dio igual. El guardameta agarró el balón y lo colocó en el punto de penalti convencido de que iba a anotar. Ese instinto que le hizo parar el penalti anterior sin guantes fue el mismo que le animó a lanzar el penalti decisivo. Ricardo inició su carrera con determinación y ejecutó un golpeo excelente que se coló en la portería de Inglaterra sin que David James pudiera hacer nada. La hazaña del guardameta luso llevó el júbilo al Da Luz y a todo Portugal. No era para menos. Estaban en las semifinales de ‘su’ Eurocopa gracias al instinto de su portero.

16 años después pocos recuerdan aquella hazaña de Ricardo. Portugal no ganó aquella Eurocopa (perdió 1–0 ante Grecia en la final) y esa historia que tiene como protagonista al ex portero de Boavista, Sporting de Portugal o Real Betis ha caído en el olvido. Y es que el hecho de que un portero decida intentar parar un penalti sin guantes es algo inaudito. Nadie lo ha vuelto a repetir desde entonces, por eso debemos recordar la ‘locura’ de Ricardo. El portugués confió en su intuición y decidió parar como hacían Bill Foulke, Leigh Richmond Roose o Elisha Scott, sin guantes. Como ellos. Como los primeros. Como en los orígenes.

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